20 may 2009

Saber escuchar




La semana sigue productiva y entretenida. La gente aquí tiene un encanto orgánico (y no esa cortesía plástica que muchas veces exhiben los grandes hoteles). Ann, la dueña del Bed & Breakfast donde duermo, está fascinada pues ahora sabe que estoy escribiendo una novela - que empieza en Costa Rica pero tiene un episodio en Hay -y me ha prestado dos libros maravillosos que me han ayudado a desarrollar un personaje, ya mayor, que me he inventado. Ella se ha abierto tanto que esta mañana al verme bajar a desayunar estaba lista para re-iniciar la conversa del día anterior... Y juro que fue ella la que quería hablar! (Yo estaba lista para salir y me llamó para enseñarme la nueva decoración del resto del B&B).

Muchas personas que de entrada son de poca palabra, una vez que se sueltan, desatan una catarata de palabras que es difícil detener! Esta señora, amable pero distante el sábado anterior ahora hasta me ha ofrecido llevarme en auto a la estación de tren (a una hora de Hay...) si es que no quiero ir en bus. Linda, no? Dice que los demás no la escuchan y por eso opta por hablar poco. Y esa escasez de buenos oidos quizas sea una queja universal femenina (No recuerdo haber escuchado a ningún hombre quejarse ese mal; al contrario, no es la queja masculina que las mujeres hablamos demasiado?).  Sé que pertenezco al club de las que hablan hasta con una pared, pero también sé que adoro escuchar y desde que empecé a escribir la novela, escucho más de lo que hablo.

Aquí van más fotos de los colores de Hay del día de hoy de una casa y el castillo.

No hay comentarios.: